ANDREA CORRALES

Working girl se presenta como una tentativa/tentación a redefinir los límites entre el tiempo de producción y el resto (la vida), donde se invita a la espectadora a disponer de la fuerza de trabajo de la performer a cambio de una retribución, por un tiempo limitado. Se dispone de 28 servicios, todos relacionados con los trabajos feminizados del cuidado y otras «labores del amor» (Paasonen, 2010). El trabajo explora los límites de la culpa y los estándares de la buena mujer/artista/trabajadora, las realidades materiales del amor y del trabajo, así como los paralelismos entre el trabajo artístico, el trabajo sexual y el de cuidados. Se ha realizado en el CCCC – Centre del Carme Cultura Contemporània (2019), en la Biennal de València Ciutat Vella Oberta (2019), Crea Zona Oberta, Muxart Espai d’Art i Creació Contemporánea (2021) y en The Pink Pearl Gallery de Londres, en 2023.

Censura Narrada por Andrea.

«Al día siguiente de la acción, recibí una llamada y me citaron en el CCCC con urgencia sin aportar ninguna información sobre la citación ni sobre la urgencia. Al llegar pasé por la sala para comprobar que todo estaba bien –en su momento pensé que podía haberse caído alguna pieza–, para darme cuenta de que las facturas que correspondían a los servicios ejecutados en el estreno de Working girl el día anterior habían desaparecido. Acto seguido, la dirección del CCCC, junto a diversas administrativas me violentaron verbalmente, y me amenazaron por haber llevado a cabo, según su propia lectura, “una actividad comercial”. La performance consiste en recibir una retribución, en efecto, por el tiempo de trabajo de la artista, como ya se anunciaba en el texto de difusión e invitación de la pieza. Una de las amenazas era la denuncia por la ejecución de la performance, algo que se objetó por parte de la dirección, ya que según él sería “dar más bombo a la performance”, literalmente diciendo que eso es lo que “a mí me gustaría”. Una de las administrativas, de muy malas maneras, me hizo prometer bajo amenaza de denuncia que buscaría a las personas que habían participado en la performance y que les haría firmar un documento afirmando que les había devuelto las retribuciones. Lo hice. Busqué y encontré a todas las personas participantes (9) las cuales rellenaron –más o menos creativamente– un formulario que recogía las exigencias que se me habían hecho desde dirección y administración del CCCC, con copia de DNI adjunto. Cuando lo conseguí todo se lo hice llegar a todas las personas que habían participado de esa reunión por vía electrónica, pidiendo que se me devolvieran las facturas ya que formaban parte de la exposición y eran, de facto, obra de mi propiedad según el contrato firmado con la institución. Nadie contestó nunca a ese correo, ni nunca aparecieron las facturas. No deja de asombrarme el poder inmenso que puede tener una fotocopia en el momento en el que se manifiesta la presencia mediante el gesto de la firma. Esta “situación” refleja sin duda de manera paradigmática lo que buscaba explorar en mi investigación: como mínimo, algunas tensiones entre la idea de autenticidad y copia, acción, registro, construcción y memoria, trabajo femenino y salario, así como entre autoría y autoridad.» (Andrea Corrales, 2023)